Cuando pienso, hablo y actúo partiendo de la presencia de Dios en mí, lo hago con confianza. Al vivir en el momento, estoy despierto y atento a la presencia de la vida divina. Tal conciencia me motiva a sentar la base para los deseos de mi corazón. Edifico sobre esa base, tomando en consideración diferentes opciones y haciendo lo que siento que es correcto para mí. Quizás desee utilizar mejor mis talentos o habilidades mediante una nueva carrera o como voluntario. Sé que he de esforzarme, mas el esfuerzo en sí me proporciona satisfacción. Una seguridad tierna que emana de las profundidades de mi alma me coloca en el camino del progreso. Las posibilidades se convierten en realidades al vivir consciente de mi potencial.
Texto devocional: Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.—Mateo 6:21
