La prosperidad espiritual es como la electricidad. Cuando apago la luz la electricidad todavía está presente. Simplemente he cortado la corriente para que no llegue al bombillo. También puedo apagar y bloquear el fluir de abundancia para que no se manifieste en mi vida, sin embargo, la provisión abundante todavía existe, siempre. Mi unidad con Dios me da acceso ilimitado a una fuente infinita de prosperidad. Puedo ir a mi interior y conectarme conscientemente con la verdad de la provisión infalible del Espíritu. Pienso, hablo y actúo de maneras que reflejen la abundancia divina. Al hacerlo, aseguro que mi interruptor esté en posición de encendido. La abundancia del Espíritu se mueve hacia mí y por medio de mí.
Texto devocional: Mi Dios suplirá todo lo que les falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.—Filipenses 4:19