Se dice que la armonía no puede lograrse si todos cantamos la misma nota. Cuando ponemos nuestra individualidad en lo que hacemos, añadimos profundidad y significado. Mi corazón sabe que toda alma está aquí en un estado de gracia y este conocimiento abre el camino a la armonía. Recuerdo que desde la perspectiva más alta todas las almas son canales del Uno. Permito que esa verdad guíe mis interacciones con los demás. Nunca dejo de tomar en cuenta el valor de un alma; por el contrario, me regocijo en cada persona. Esto centra mi atención en la armonía. En el Espíritu, todos somos uno, creciendo individual y recíprocamente a medida que nos honramos, amamos y comprendemos los unos a los otros.
Texto devocional: Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús.—Gálatas 3:28
