Cuando me juzgo duramente, puede que también sea duro con los demás —lo cual es un obstáculo para mantener relaciones personales saludables. Si encuentro que juzgo constantemente a los demás, me pregunto: ¿Por qué lo hago? ¿Por qué trato de tener la razón y que ellos no la tengan? Respiro profundamente y regreso al momento presente. Practico la autocompasión recordando que yo soy perfecto, sano y completo, un ser de luz, y los otros también son seres de luz. Cuando me veo en la Luz, veo la Verdad acerca de mí y aprendo a ver la Verdad en los demás. Como resultado, en vez de haber discordia entre nosotros, hay armonía y paz.
Texto devocional: La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz.—Mateo 6:22