Elijo ser compasivo y atento a las circunstancias y los sentimientos de los demás. Mi consideración puede tomar la forma de una palabra o un gesto amable. Puede demostrarse como aceptación sincera. Siento una afinidad con los demás al abrir mi corazón a ellos. En verdad, tenemos mucho en común. Todos somos seres espirituales, juntos en una experiencia humana en esta tierra y en este momento. Compartimos nuestra experiencia de vida. No me olvido de mí mismo en este proceso. Mi consideración también puede ser interna. Estoy receptivo a la Mente divina y siento la presencia de Dios en el corazón de cualquier decisión que tome y cualquier tarea que emprenda. Creo mi futuro utilizando mi mente de maneras creativas y consideradas.
Texto devocional: Porque de la abundancia del corazón habla la boca.—Lucas 6:45
