En la temporada navideña, espero dar y recibir regalos con emoción y alegría. Cuando doy a los demás, siento la calidez que proviene de demostrar mi amor y aprecio hacia ellos en la forma de un pensamiento o un regalo. Aunque no doy para recibir, me doy cuenta de la importancia de aceptar amablemente. Existe reciprocidad espiritual incrustada en el proceso de dar y recibir. Aceptar un regalo de esa manera es dar un regalo a quien lo dio. Otra persona pensó en mí. Cuando acepto con gratitud un regalo, una palabra amable, una sonrisa o un abrazo, reconozco que soy digno de recibirlo. Al hacerlo, también acepto y celebro que todo el mundo es valioso, y que todos somos dignos.
Texto devocional: Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante.—Lucas 6:38