Cuando me comprometo a algo: una relación personal, lograr una meta educativa, cuidar de una mascota, puede que enfrente nuevas responsabilidades. Pero cualquier velo de incertidumbre se levanta cuando me dirijo a mi interior, al lugar interno de unidad. Allí es donde me conecto con la Fortaleza y la guía del Espíritu. Me comprometo a llevar a cabo una práctica espiritual, orando y cuidando de mí. Todas las demás promesas, tareas y sueños son influenciados por este compromiso primario. Y soy una creación de Dios anclada firmemente en mi fe. Con la seguridad de esta herencia divina, sé que puedo dirigirme a mi interior como lo indicó Jesús: “Vengan… ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco”.
Texto devocional: Esta esperanza mantiene nuestra alma firme y segura, como un ancla.—Hebreos 6:19