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viernes, 4 de mayo de 2018

Mi espíritu de buena voluntad bendice al mundo.

Se dice que los alquimistas de la mitología antigua podían transformar metales básicos en oro puro. Yo tengo ese mismo poder transformativo en mí a medida que le doy expresión a mi buen corazón. Aun las circunstancias más “básicas” en mi vida son transmutadas y convertidas en la luz pura de Dios, a medida que expreso mi deseo para el bien.
Tengo un corazón bueno. Más aún, soy la expresión de mi buen corazón. Al sentir mi corazón físico latir dentro de mi pecho, recuerdo que existe una expresión constante y rítmica en mí: amor puro e infinito. Lo que mi corazón desea es más gozo y bien para todos. Mi poder de amor divino se expande, marcando una pauta real en mi mundo.

Texto devocional:
Cuando Dios está contento con nuestro comportamiento, hasta con nuestros enemigos nos hace vivir en paz.—Proverbios 16:7


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