Mi vida está llena de experiencias sublimes. Sin embargo, hasta las ocurrencias diarias, las que parecen ser rutinarias, encierran una bendición. Reconozco que las actividades como ocuparse de la casa o pagar las cuentas son importantes y honorables. Permanezco con mi atención centrada en cada momento y doy gracias por los recursos que satisfacen mis necesidades. Digo ¡Sí! al sol saliente y a las estrellas que llenan el cielo nocturno. Digo ¡Sí! a la risa de un niño y a los recuerdos de mi niñez. Reconozco la belleza y lo sagrado de cada momento. Al enfocar mi atención en el momento presente, mi día fluye de manera ordenada. Las cosas parecen suceder a tiempo y en orden. Y digo ¡Sí! a cada una de ellas.
Texto devocional: xx