El amor es una fuerza poderosa para bien. Edifica y armoniza; restaura el orden y la paz en las relaciones personales. Me dedico a ser un embajador de buena voluntad, expresando paz, amor, compasión y comprensión en todas mis actividades. En vez de ver escasez, faltas o fallas, percibo que las personas son las expresiones más elevadas de lo divino. Veo a cada ser como realmente es: sagrado. Reconozco el poder del amor divino en todos. Esta práctica llena mi corazón de gozo y paz. Mantengo estas palabras en mi corazón: “Yo te amo con amor eterno”. Consciente de que el amor responde a mis oraciones y afirmaciones, digo palabras que armonizan y edifican las relaciones personales, dando gracias porque todos somos parte del amor infinito.
Texto devocional: Yo te amo con amor eterno.—Jeremías 31:3