Las condiciones del mundo y los mensajes a mi alrededor puede que me hagan sentir temeroso o amenazado. Aquí donde estoy, hago una pausa y respiro lentamente. Dirijo mi atención a las palabras de verdad que provienen de la mente divina. Afirmo: Yo soy sano y completo. Vivo en el fluir del amor divino, seguro y a salvo. Siento calma porque ya no doy poder a los pensamientos que implican que soy menos que sano o que de algún modo me falta algo. Al reclamar el amor que soy, reconozco que la paz perfecta del Espíritu es la esencia misma de mi ser. Vivo con confianza, apoyado por las ideas de la Verdad. Los pensamientos erróneos del mundo a mi alrededor no limitan el éxito de mi trabajo ni las bendiciones que recibo.
Texto devocional: Tú, Señor, eres mi escudo y mi fuerza; en ti confía mi corazón, pues recibo tu ayuda.—Salmo 28:7