Usamos cookies propias y de terceros que entre otras cosas recogen datos sobre sus hábitos de navegación para mostrarle publicidad personalizada y realizar análisis de uso de nuestro sitio.
Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK Más información | Y más

miércoles, 1 de agosto de 2018

Yo soy auténticamente divino.

Jesús enseñó que el reino de Dios está en cada persona. En el centro de mi ser resplandece una chispa de divinidad que nunca puede extinguirse. Con Dios como el arquitecto de mi ser, irrefutablemente soy uno con mi creador, lo Infinito.
Si olvido la verdad de quien soy, puede que comience a actuar de maneras que no reflejan mi naturaleza divina. Así que me extiendo gracia y amor a mí mismo. Utilizo el poder de la oración para dirigir mis pensamientos a la verdad espiritual que habla de mi origen divino. Gracias al Espíritu morador, recuerdo mis cualidades innatas de paz, amor y gozo. Me perdono, porque aunque mi humanidad es imperfecta, mi espíritu es perfectamente divino.

Texto devocional:
Hay también un cuerpo y un Espíritu, … el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos.—Efesios 4:4, 6


INDICE DE PUBLICACIONES