Todas las personas anhelan despertar espiritualmente. La humanidad refleja esto a medida que evolucionamos, a medida que vamos más allá de las limitaciones para dar el siguiente paso en nuestro progreso. Yo estoy en el proceso de despertar espiritualmente. Tengo presente que mis dones divinos no sólo me benefician a mí sino que también benefician a la humanidad. Tomo mi lugar y contribuyo al proceso global del despertar espiritual. Cada encuentro que tengo con otros apoya este cometido y nos transforma a todos. Tomo decisiones valerosas que apoyan a mis hermanos y hermanas y a mi alma. Despierto al desenvolvimiento de mi ser y pongo a trabajar esa conciencia en mi mundo. Dejo ir en la luz transformadora de Dios en mí.
Texto devocional: Entonces recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te pondrá.—Isaías 62:2
