Usamos cookies propias y de terceros que entre otras cosas recogen datos sobre sus hábitos de navegación para mostrarle publicidad personalizada y realizar análisis de uso de nuestro sitio.
Si continúa navegando consideramos que acepta su uso. OK Más información | Y más

martes, 4 de diciembre de 2018

Respondo el llamado de mi corazón.

Cuando tengo que tomar una decisión o siento que se me llama en cierta dirección, puede que pida consejo a amigos; mas sé que mi asesoría verdadera proviene de mi fe y mi sabiduría internas.
Al orar, escucho los susurros divinos de mi corazón. Si percibo alguna duda, me vuelvo receptivo a la guía. Honro cualquier sentimiento de descontento, porque puede ser el factor que me empuja hacia adelante y me da el valor para continuar con fe. Dejo ir cualquier duda o temor. Suelto cualquier pensamiento de limitación o creencia de que no soy digno. Confío. Sé que al responder el llamado de mi corazón, todo estará en orden divino. Vivo mi verdad. Sigo mi corazón. Vivo en la plenitud del amor divino y de las posibilidades ilimitadas.


Texto devocional:
Porque vivimos por la fe, no por la vista.—2 Corintios 5:7


INDICE DE PUBLICACIONES