Al enfocar mi atención en los deseos de mi corazón, lo hago con el conocimiento de que debo poner mi fe en acción. Confío en mis poderes innatos de comprensión y sabiduría para saber lo que debo hacer y cómo hacerlo. Permanezco firme en mi fe de que todas las cosas obran juntas para mi bien. Mi intención no es poner a prueba. Elijo llevar una vida donde mis pensamientos, palabras y acciones reflejen consistentemente mi fe. Libre de pensamientos limitados, abro mi mente y vida a las posibilidades ilimitadas. No pongo límites a la curación, prosperidad o renovación que vendrán. He sido creado para expresar vida de maneras maravillosas. Tengo fe en que los deseos de mi corazón se cumplen para mi mayor bien.
Texto devocional: Jesús les dijo: “Tengan fe en Dios”.—Marcos 11:22